viernes, 26 de septiembre de 2008

Editorial Nº 11


Dic 1999

Cito a Philipp Lersch de su libro “El hombre en la actualidad”. “Todo aquél que frente a un destino profetizado no está dispuesto a capitular con fatalista resignación ni a cruzarse de brazos o dejar transcurrir su vida en una suicida indiferencia; todo aquél que no se satisfaga con una inconsciencia superficial apta sólo para acudir a las necesidades cotidianas de la vida individual, éste digo, frente a la situación presente deberá sentirse invitado a reflexionar si nos queda la posibilidad de salir del callejón sin salida y de dar al futuro del hombre occidental una estructura distinta y mejor de la que nos pintan los profetas de la decadencia.”
Estas palabras escritas hace más de cuarenta años plantean una encrucijada actual, porque quién puede aseverar que en algún momento de su vida no se ha cruzado de brazos fatalmente resignado en lugar de hacer un nuevo intento para dar lugar a la esperanza, o que no se ha comportado con suicida indiferencia ante la mirada necesitada de algún semejante. Quién puede decir que alguna vez no agotó su búsqueda en ese palmo superficial que aquieta y adormece las conciencias.
Sí, actitudes estas que forman parte de nuestra condición humana, paradojal, imperfecta, impredecible. Pero por esa misma condición buscamos sentido y verdad, somos capaces de amar, de ser felices y hacer felices a los demás.Podemos sentir nuestra interioridad y expresarla. Mientras esto ocurra podemos decir que aún hay esperanza.O acaso alguien puede afirmar que alguna vez no ha abierto sus brazos para reconfortar al sufriente contra su pecho, o que al ver las lágrimas de quienes ama no ha deseado que ellas rodaran por sus propias mejillas, o quizá haya creído encontrar en otros ojos, así como al pasar, un destello de su propia mirada.

Prof. Pedro Poblet

Y UNO SE CREE...

Faltan sólo días para que 1999 sea sólo historia. Muchos lo estarán esperando con ansiedad, otros con variadas expectativas. Pero segúramente una gran mayoría lo estará aguardando con una dosis de indiferencia.
¿Y esto por qué? Y es aquí donde hay que ponerle el cascabel al gato, donde las incógnitas aparecen como sueños largamente postergados por realidades mas efímeras e inmediatas. Como cada vez que se acerca la culminación de algún evento o simplemente el fin de un ciclo, surgen las dudas, los interrogantes, en suma, LOS MIEDOS.
Sí. Miedos que nos han acompañados durante años interminables de lucha y sacrificios (muhas veces vanas) en los que hemos dejado lo mejor de nuestras vidas, de nuestras existencias, de nosotros mismos.
Yes ahora cuando todos ellos se nos apersonan como fantasmas surgidos del pasado y llevan, en sus manos, como cuentas de un rosario los jirones en que se han convertido muchos sueños y esperanzas.
¿Dónde han ido a parar los maravillosos tesoros de miles de años de atormentada humanidad no han podido destruir?. ¿O es que acaso jamás existieron?. ¿O simplemente ya no los recordamos.
¿Es posible que hayamos olvidado el primer llanto de un bebé, la emoción del primer día de escuela o la primera cita? ¿Y el orgullo del título conseguido o el primer trabajo? ¿Dónde quedaron los atardeceres compartidos o los paseos bajo la lluvia cuando las palabras no existían y todo era magia atemporal?.
Ytambién la tristeza infinita por la pérdida irreparable que nos marcó para siempre, aunque lo neguemos torpemente con huecos argumentos que solamente nosotros podemos ser capaces de creer.
Ya se termina el ciclo. Todo lo que tenemos que hacer es renovar la esperanza. Si, esa que Ud. y yo tenemos un tanto adormecida pero que siempre estuvo ahí.

<< Uno se cree
que los mató
el tiempo
y la ausencia,
pero su tren
vendío voletos
de ida y vuelta
son aquellas pequeñas cosas
que nos dejó
un tiempo de rosas
...
nos hacen que lloremos
cuando nadie nos ve.

Haroldo Dulfos.